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El impacto del básquetbol ante una sociedad vulnerable

Un relato en primera persona sobre cómo el deporte fue la herramienta central para cambiarle la vida a una niña de 13 años.

Soy la Prof. Karina R. Britos Vera, docente de la Educación Escolar Básica en la Escuela Básica N° 817 San Blas de la compañía de San Blas Independencia, distrito de Cambyreta, departamento de Itapúa Paraguay, resido en el barrio San Isidro de la ciudad de Encarnación Itapúa.

El basquetbol cambió mi rutina, la de toda mi familia y la actitud de mis hijas y de tantos chicos adolescentes, etapa en la que es difícil comprender distintas situaciones. Les voy contar.

En junio de 2022, mi hija Sabrina –ella tiene 13 años– me envía flyers de invitación con el día y el horario en el que se impartiría clases de básquetbol gratuitas. Fue una opción muy válida porque casi no teníamos posibilidad de que ellas estudiaran otras disciplinas fuera de la escuela, por el tiempo y la distancia de los institutos desde nuestra vivienda.

Como tengo dos hijas en edad que pueden practicar, quedamos en que irían a mirar primero y se les gustaba practicar. Llegó el día, fuimos. Desde el primer momento entrenaron, el profe las ingresó al grupo. Y así seguimos hoy, un año después, con la más pequeña, sin inconvenientes.

Con mi niña de 13 años estábamos en tratamiento con profesional psicólogo. Estrés emocional y social al 100%. Para mí fue un logro muy importante verla entrenar entre tantos niños y adolescentes. Ella tuvo sus altas y bajas, dejaba un tiempo luego volvía. Fue muy duro ver así a mi hija. Hice hasta lo imposible para que ella volviera, que le gustara el deporte. En ese interín, su mejor amiga Magalí empezó a entrenar. Después la mamá ya no la quiso llevar porque perdió en ella la confianza por otros altercados que sucedieron. Cuando mi hija ya no quería saber del basquetbol, vivía encerrada, no iba al colegio, entonces tomé la decisión de ir a conversar con la mamá de Magalí y la convencí para que volviera a entrenar con la promesa que yo me haría responsable de llevarla y traerla hasta su casa. Quería que mi hija tuviera una motivación.

Fue un éxito. Volvieron juntas a entrenar, de eso han pasado 5 meses. Hoy están en la selección para jugar en los torneos. Magalí es una de las jugadoras con mayor progreso, su mamá ha vuelto a confiar en ella, y reconoce el cambio de actitud en su hija, mediante el basquetbol. Mi hija Sabrina es toda una persona con actitud amable, fácilmente se comunica con otras personas, tiene confianza en sí misma, siempre en altas y bajas, pero no deja de entrenar que es lo más importante.

Con el afán de que mis hijas no dejaran de entrenar, me ofrecí para ayudarle a la persona encargada de los chalecos y de proveerle agua a los chicos en entrenamiento.

En todo este tiempo, se conformó la comisión de padres y madres con presencia de las autoridades del PRODE y de la comisión de la primera escuela de basquetbol fundada por el PRODE. Me mocionaron para presidente de la comisión, fue muy sorpresivo para mí, conocía a muy pocas personas, pero me dieron su voto de confianza.

La comisión fue un nuevo desafío para mí. Después de la elección, convoqué inmediatamente a una reunión en la que todos los miembros asistieron. Organizamos los trabajos de los días de entrenamiento y las actividades para recaudar fondos. Nuestra primera actividad fue el festejo por el día de la juventud con los chicos de la tercera hora.

Para que haya una integración más plena entre los miembros, ofrecí una cena en mi domicilio, al poder integrarnos mejor podríamos transmitir confianza y seguridad en los chicos y padres.

La escuela de básquet Los Canes de San Isidro estaba situada en el polideportivo del reasentamiento del conjunto habitacional de la etapa IV del barrio San Isidro de Encarnación, construida por la Entidad Binacional Yacyreta.

En este lugar lastimosamente tuvimos que enfrentar muchos inconvenientes como comisión. Los vecinos no lograron comprender el objetivo del PRODE, el cual tenía como prioridad a los niños entrenando en la cancha para que no estén por la calle practicando vicios.

Tuvimos que mudar la escuela de básquet de la etapa IX a la etapa IIX, es una distancia de 8 cuadras, que por suerte no afectó ni al 5% de ausencia. Al contrario, se sumaron más chicos al entrenamiento.

Todos los días de prácticas como comisión nos toca escuchar y ser empáticos con cada situación familiar que llevan los chicos al entrenar. Sentimos que es una salida para ellos ese momento dentro de la cancha, que olvidan la situación de casa y disfrutan al máximo. Es impresionante ver como los chicos se conectan con los profes, es un momento mágico para ellos.

El PRODE trajo el cambio de actitud, la empatía, la solidaridad, esos valores que casi no están en práctica. Trajo oportunidades para nuestros niños y niñas. Gracias.

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