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Sí cuesta soñar

Cuando el PRODE llegó al barrio San Pedro se encendió una luz que nadie esperaba. Una escuela de básquet gratuita. Así lo cuenta una madre.

Mi ciudad Encarnación es conocida por su afición por el Básquet. Su color auriazul que flameaba ante los grandes del país, solo esto se podía observar desde una ventana muy lejana, era imposible ser parte de ello, porque aquí Sí cuesta soñar.

Cuando nos llegó la invitación del PRODE con el slogan “llegamos a San Pedro”, uff por suerte no estamos hablando del otro San Pedro, escuela de Básquet gratuita. Lo único que podía decir era alguien pensó en nosotros. Esto es brillante, y así desde el primer día sin saber lo que debíamos hacer fuimos, sin miedo al éxito, sin miedo a intentarlo. Desde aquel día solo puedo recordar las sonrisas de los niños, jóvenes y padres que estábamos allí, el famoso “che mopirimba” que sentíamos al escuchar la presentación de la primera escuela de basquetbol gratuita. Estábamos todos muy emocionados. Para ser el primer día éramos bastantes.

Relato en plural porque cuando un joven, en mi caso, mi hijo Milciades de 16 años, fue a participar, todos en nuestra familia nos sentimos involucrados y entusiasmados, todos éramos parte de ese sueño que de a poco se pudo realizar.

Nos sumaron a su sueño de formar la primera escuela de básquet en los barrios de la ciudad de Encarnación. Y allí estábamos sumando días de práctica y sobre todo de amor en este deporte que iba haciendo eco de nuestras actividades diarias. Como madre me sentía involucrada y quería dar más para agradecer a quienes con su esfuerzo hacían posible esta realidad.

Nos corresponde como padres acompañar a nuestros hijos, nos mueve el amor, hoy el sentido de pertenecia a esta escuela que nos tomó de la mano sin aún conocernos y nos guió en los primeros pasos hacia el básquet.

Si queremos jóvenes sanos mental y físicamente para el presente y el futuro debemos de ser parte y acompañarlos, inculcar los valores que fuimos construyendo en la familia. Hoy nos corresponde seguir siendo propagadores del verdadero valor de las cosas buenas. Y estoy segura de que esto no es sólo bueno. Es muy bueno. Porque es con miras a que un niño o joven pueda formarse integralmente.

A un año de mi querida escuela denominada Los Teros de San Pedro ya no hay canchas vacías sin el eco de una pelota, sin la sonrisa de un niño, sin la mirada satisfactoria de un padre. Hoy hay esto y mucho más. Hay vida. Porque darle esta oportunidad a estos niños y jóvenes es darle una oportunidad para creer en sí mismos, es sentir que sí cuesta soñar pero cuando somos todos uno con el mismo sentir vamos de la mano para construir un lugar mejor, en el cual siga picando la pelota. Y con ese resonar de emociones, desde las graderías podamos seguir haciendo esto realidad.

por Laura Natalia Lezcano

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