Entre los años 2007 y 2010, comenzó a llegar a nuestra comunidad un número creciente de familias re asentadas por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), en las distintas etapas habitacionales. Fue un desarraigo masivo y una transformación social profunda. El principal impacto se sintió en áreas clave como la salud, la educación y la recreación, donde la accesibilidad era muy limitada.
En ese tiempo, muchos de nuestros niños y jóvenes no tenían un espacio adecuado donde pudieran reunirse, aprender y crecer de manera productiva. Lamentablemente, abundaba el «tekorei» (ocio improductivo), como decimos comúnmente, y ese tiempo libre les llevaba, muchas veces, a «macanadas» (travesuras).
Sin embargo, en el año 2022, una nueva oportunidad llegó a nuestras vidas: el PRODE. Hace exactamente 2 años y 4 meses, este ente social aterrizó en nuestra comunidad y desde entonces ha ofrecido a chicos y grandes una propuesta transformadora: el deporte, específicamente el básquetbol. Bajo los valores del respeto, la tolerancia, la empatía y la perseverancia, el PRODE ha enseñado que la disciplina y el trabajo en equipo pueden abrir puertas. Gracias a estos principios, no solo estamos creciendo como equipo, sino también como comunidad, conquistando cada vez más corazones.
El impacto del PRODE va más allá del deporte; ha cultivado empatía y solidaridad en nuestras familias y entre los vecinos. Se han derribado prejuicios, y en su lugar, florecen nuevas amistades entre niños, jóvenes y adultos. Como familia, hemos sido testigos de los cambios positivos en nuestros niños y jóvenes, entre ellos, nuestra querida Gisela.
Gisela, nuestra hija y nieta, enfrentaba una lucha emocional profunda tras la pérdida reciente de su padre. Aunque intentaba encontrar consuelo en otras actividades, nada parecía ayudarla a superar ese dolor. Pero algo cambió cuando se unió al equipo de básquetbol. Poco a poco, vimos cómo empezaba a recuperar su alegría, su fortaleza y su confianza en sí misma. Hoy, gracias al PRODE, Gisela es una niña diferente, llena de energía y esperanza.
Por eso, nuestra gratitud hacia el PRODE es inmensa. Nos ha brindado la oportunidad de ver a nuestros hijos y nietos florecer, superar adversidades y encontrar un camino positivo en la vida. Esperamos de corazón que sigan cosechando éxitos y alcanzando a más niños y jóvenes, llevándoles no solo deporte, sino oportunidades para crecer personalmente y alcanzar metas, como las becas estudiantiles o la formación en oficios. Que sigan marcando huellas en las vidas de muchos más.
Porque, como decimos, «Más hace el que quiere, que el que puede.»
Por Isca Ruíz Díaz y abuela Nely (mamá y abuela de Gisela Pérez, alumna de Los Canes de San Isidro)